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Canal dos Moros

Esta infraestructura nace en La Barrosa concretamente en el paraje de La Retorta y fue construido para llevar agua del río Porcía hasta la explotación minera de Lagos de Silva donde los romanos extrajeron oro. El canal fue una obra extraordinaria para un lugar poco romanizado y  tan remoto del corazón del imperio. Serpenteaba la orografía durante veinte kilómetros de recorrido con una anchura de cajón de dos metros de ancho y medio metro de profundidad al tiempo que  recogía  agua de los  arroyos que se iba  encontrando en su camino. La canalización discurría con un  desnivel  del dos por mil que obligaba a llevar la obra en un zigzagueo continuo que alargaba mucho el cauce, era muy importante mantener dicho desnivel porque si era menor podría haber un exceso de sedimentación que acabaría obstruyendo el paso del agua, mientras que si era mayor, la velocidad del agua podría destruir el canal en ciertos tramos. Para la construcción se utilizaría mano de obra de varias clases y no solamente esclava como se creía tradicionalmente. Se utilizarían esclavos para realizar los trabajos más duros y también trabajarían indígenas que, como sucedía en otras construcciones imperiales, con su trabajo se ganaban la ciudadanía romana. Asimismo trabajarían los mercenarios, que eran mano de obra asalariada, y los condenados que, en ocasiones,  cumplían condena en este tipo de obras. La plantilla estaría controlada por el ejército y dirigida por los libratores. Los barracones para los trabajadores y los almacenes de material posiblemente fuesen construidos con madera motivo por lo que no hay restos de ellos actualmente. 

En las partes que aún se conservan, principalmente en los tramos que bordean los montes, se puede observar el cajón excavado en la roca e incluso en algunos trechos se puede ver lo que quizás sean restos de muros de mampostería usados para sostener la caja del canal.

Ya en el siglo XIX Guillermo Schultz hace una leve referencia a la existencia de este canal fechándolo en épocas prerromanas. El erudito tapiego Labandera Campoamor, con la supervisión de los arqueólogos Monteagudo y Domergue, exploró su recorrido en 1967 atribuyendo ya su construcción a Roma.

En 1977 realizó otra inspección la historiadora Carmen Fernández Ochoa acompañada de Pilar Lorente Guadalix en la que pudo precisar el cauce del canal en varios puntos. En el inicio del canal se observa un muro formado por unas losas de pizarras enormes clavadas en el terreno que serían restos del dique, tras desaparecer el rastro  a quinientos metros  de su inicio reaparecen en Alfonsares, donde se ha convertido actualmente en un camino forestal. Prosigue su curso por el paraje conocido como Pena Cortada, nombre significativo,  y aquí se pueden apreciar perfectamente los restos de la canalización y observándose unos muretes de contención de dos metros de altura en la parte inferior de la canalización. Reaparece el canal al final de La Veguina, en Molios Novos, donde se puede apreciar perfectamente en la pared superior las picaduras realizadas para abrir la roca. Un poco más adelante, en el lugar de Soutello, puede verse una enorme hendidura el terreno, que desciende hacia el rio en perpendicular al canal, que bien pudiera ser un desagüe utilizado para desviar el cauce para limpieza del canal o  quizás para aminorar la velocidad del caudal cuando fuese necesario. A partir de aquí se puede seguir fácilmente el recorrido del canal hasta Matafoyada donde se pierde para reaparecer en Cubiyedo y posteriormente ir apareciendo y desapareciendo hasta llegar cerca de La mina de Lagos de Silva. Al igual que Labandera Campoamor, Carmen Fernández Ochoa sitúa el acueducto en época del imperio pero no hace ninguna datación cronológica exacta al no encontrar ningún objeto que lo permita.

 

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